La psicología utiliza gran cantidad de ejercicios que han sido especialmente desarrollados para enseñarnos a gestionar nuestras emociones. Algunos son más conocidos que otros entre el público en general, como el mindfulness, que se ha puesto muy de moda en los últimos años. Otros son menos conocidos, como los ejercicios de relajación o los de reinterpretación. En esta entrada del blog, vamos a ver algunos ejercicios que son efectivos para la gestión emocional. Empecemos con los ejercicios de relajación. Los ejercicios de relajación más utilizados consisten en hacer que la persona tense primero un músculo y luego, tras tres segundos, lo relaje: este simple procedimiento se realiza para una secuencia de 16 músculos. La persona ha de aprender a tensar en cada ocasión únicamente el músculo en tensión mientras al resto de músculos permanece relajado. En la fase de tensión no han de tensar demasiado para que no surjan contracturas y durante la fase de relajación la distensión debe ser completamente pasiva mientras se observa se observa el alargamiento y relajación del músculo. Cuando se ha terminado la secuencia, se aconseja hacer un recorrido por todos los músculos involucrados para observar el estado de relajación o tensión de cada uno. Otra técnica de relajación muy común consiste en observar las sensaciones de calor y peso en distintas partes del cuerpo: en resumen, se trata de prestar atención a las sensaciones de peso y calor de brazos y piernas, así como atender al movimiento del corazón y del abdomen durante la respiración. Es usual que esta técnica de relajación sea guiada por instrucciones verbales en voz alta tales como “Siente el calor en las palmas de las manos”, “Siente el peso de los hombros y de los brazos”, “Observa el movimiento regular del abdomen al respirar” o “Siente los latidos del corazón en tu pecho”. 

Otra herramienta muy útil a la hora de controlar nuestras emociones y estrés son las técnicas de respiración. Hay tres tipos de respiración: clavicular, que es la más frecuente pero la menos saludable y consiste en respirar llenando mayormente la parte superior de los pulmones, con un movimiento de sube y baja de las clavículas; abdominal, consistente en respirar con la zona abdominal pero sin mover el tórax; y diafragmática, es la más saludable y consiste en utilizar el músculo del diafragma para generar una respiración más profunda (que comienza con el movimiento de la zona estomacal y acaba en las costillas superiores) y un llenado completo de los pulmones. La respiración clavicular se suele producir cuando estamos preocupados, nerviosos, ansiosos o deprimidos mientras que la respiración diafragmática nos ayuda a reducir el estrés, la ansiedad, la tensión muscular y el dolor. Por este motivo, la mayor parte de ejercicios de respiración utilizan la respiración diafragmática, dando la instrucción de respirar de manera profunda, fluida, regular y sin forzar.

 Anteriormente ya se mencionó que el mindfulness es otra de las técnicas en boga para la reducción del estrés y la gestión de las emociones (para una descripción más detallada, lee el artículo “¿Qué es el mindfulness?”). En pocas palabras, el mindfulness consiste en prestar atención sin juicios al momento presente. Los ejercicios típicos de mindfulness consisten en prestar atención (no pensar, sino sentir) a las distintas partes de nuestro cuerpo, a nuestra respiración, a la sensación de caminar, a nuestros pensamientos y emociones, y más. La clave del mindfulness consiste en atender a nuestras experiencias de manera sostenida y sin resistencias: por ejemplo, a atender a nuestra respiración sin querer cambiarla, a atender a nuestras sensaciones corporales tales como tensiones u hormigueos sin enfadarnos ni desear que no estuvieran ahí, o a atender a nuestros pensamientos y emociones sin reprimirlos, criticarlos o juzgarlos. Conseguir esto no es fácil porque estamos tan acostumbrados a resistirnos, a juzgar, a criticar, a reprimir, que no somos conscientes de que lo hacemos. Por tanto, parte del proceso de aprendizaje que abre la práctica de mindfulness es a identificar y soltar nuestras resistencias y juicios. Este aprendizaje vale la pena, ya que buena parte de nuestro estrés y malestar se debe a nuestras propias resistencias y juicios.

    Para terminar, no dejemos sin mencionar una serie de ejercicios de corte más cognitivo que son efectivos para el control emocional y del estrés. Se trata de las técnicas de restructuración cognitiva. En esencia, estas técnicas consisten en identificar y cuestionarse creencias distorsionadas sobre uno mismo, los demás y el mundo, que pueden causar mucho estrés y emociones negativas, así como limitar seriamente nuestro bienestar y crecimiento personal. Hay personas que tienen ideas negativas de sí mismos (p. ej., como incompetentes, inadecuados, vulnerables), ideas negativas sobre el mundo (p. ej., como amenazante, poco gratificante) e ideas negativas sobre su futuro (p. ej., como incontrolable, sin esperanza). Otras personas ven los problemas como amenazas o situaciones sin solución que no deberían existir y que es mejor evitar a toda costa, en lugar de verlos como situaciones que se pueden resolver y como una parte normal de la vida. Otro tipo de creencias distorsionadas son los “debería” o “tendría”, es decir, las idealizaciones sobre cómo yo debería ser (“Debería haber sido capaz de resolver este problema por mí mismo, soy un completo inútil”), cómo debería haber hecho las cosas (“He vuelto a cometer un error, tendría que haberlo hecho mejor”), etc. Obviamente, este tipo de creencias son una fuente constante de estrés y sufrimiento para los que las tienen, por lo que las técnicas cognitivas buscan que la persona aprenda a identificarlas y a cuestionarlas, por ejemplo, buscando evidencia contraria a dichas creencias, sopesando las ventajas y desventajas que tiene pensar de esa manera, etc. El objetivo no es sólo eliminar nuestras creencias disfuncionales sino sustituirlas por creencias más positivas y realistas que nos ayuden a tener una relación más satisfactoria con nosotros mismos y con los demás, y a crecer como personas.